Todo en el mundo que nos rodea
tiene una justa proporción. Las actividades de nuestra vida deben estar siempre
en un adecuado balance, entre lo que podríamos llamar la “razón media y extrema”.
Así, en el entorno la materia
se refleja en el flujo de nuestras acciones. El éxito depende de una esencia magistral
que nos identifica y diferencia de los demás. Todas las personas contamos con cualidades
distintivas para aportar beneficios al mundo en reciprocidad, desde nuestro don
y talento natural.
Cuando asumimos nuestra
infinita capacidad de crear, en armonía con el Universo que todo lo contiene, se
genera un fluir de intercambio dinámico. ¿Alguna vez te preguntaste porqué una
moneda es redonda?, una de las razones es que simboliza que debe circular.
El dinero no solo es la
liquidez en divisa, también se expresa en el tiempo que tenemos y que damos, en
el talento personal para crear en resonancia con lo que el mundo necesita,
ayudando a resolver problemas existentes de manera innovadora.
Entonces, en forma
inconmensurable todo se vincula y fluye en una perfecta proporción de manera
omnipresente, asumiendo la unicidad para la Integración hacia la realidad en la que
deseamos vivir.