El éxito no es cuestión de suerte, es el resultado de una metodología
que se aplica de manera sistemática, combinando la pasión con la acción.
Las personas que triunfan en sus proyectos tienen algunas
características elementales: saben lo que quieren; son coherentes entre lo que
sienten, lo que piensan y lo que hacen. Y, por sobre todas las cosas, no se caen
ante los obstáculos porque toman la incertidumbre como el impulso hacia los
desafíos; no se dejan vencer cuando algo no resulta; son flexibles ante las
situaciones que se presentan y son resistentes a la sensación de frustración.
Toda experiencia es una retroalimentación para el
crecimiento personal. Un tramo se recorre en pasos y no dando saltos o mediante
un trampolín. Por eso, el plan de acción es fundamental.
Una de las claves es determinar cuáles son las tareas
improductivas y no destinarles tiempo, poner el foco solo en aquello que brinda
resultados positivos.
De ahora en adelante, ante cada actividad que realices, pregúntate:
¿esta tarea me acerca o me aleja de mi proyecto?. Cada elección será
determinante para crear las causas que conducen a los efectos de la realidad
anhelada.