Los seres humanos solemos sentir que debemos saber dónde
pisamos: “pisar sobre seguro” y además “cuidar el territorio”. Nuestro instinto
de supervivencia tiende a buscar protegernos de aquello que podría ser una
amenaza. A veces, preferimos quedar en el mismo lugar, antes que avanzar y
correr un riesgo. Y, así, perdemos oportunidades en un entorno que no espera el
tiempo de decisiones.
Las personas competitivas avanzan, avasallantes, seguras de
sí mismas, pero eso no significa que sean competentes. Esto último, no se basa
únicamente en los conocimientos adquiridos, sino, por sobre todas las cosas, en
conocernos a nosotros mismos, en valorar nuestro potencial y saber ofrecer al
mundo lo mejor que podemos dar.
Todos contamos con un talento especial, ese sello
distintivo que nos diferencia de los demás y que puede hacer un aporte para
lograr un mundo mejor. Dejar de compararnos con otros juega un papel
fundamental. Ser competente no es saber hacer de todo, como dice el dicho: "nadie sirve para todo, pero todos servimos para algo". Entonces, despierta tu Genio Interior y activa tu mejor versión.
Si bien emprender implica adaptarse a los cambios y ser
flexible, también significa ser original y saber innovar desde la propia
esencia. Nadie puede hacerlo intentando copiar a otros o replicando lo que ya
existe alrededor.
¿Qué es lo que puedes aportar al entorno acentuando una
diferencia? Ese es el secreto para marcar huella y avanzar en el camino siendo competitivo
y competente en congruencia.