Los seres humanos por naturaleza buscamos alcanzar mejores
estándares de vida. En este sentido, emprender es un arte, es la gran aventura
que nos induce a buscar la transformación positiva de nuestro entorno, con las
condiciones más favorables para nosotros y para quienes nos rodean.
Ahora bien, los seres que habitan una misma comunidad
podría decirse que tienen necesidades infinitas, a las cuales una y otra vez se
busca satisfacer (recordemos que la economía es una ciencia social). Sin
embargo, en este sin fin de necesidades los recursos son limitados. Los
proyectos forman parte constante de nuestra inventiva cotidiana y la
creatividad es un núcleo central para implementarlos.
Cuando el gen emprendedor está activo, la persona sabe
reconocer cómo aplicar de manera innovadora y eficiente los recursos limitados
a las necesidades vigentes más trascendentes. La economía hogareña es el
ejemplo que mejor ilustra la administración de recursos aplicados a la
satisfacción de necesidades importantes.
Los recursos son todas aquellas posibilidades que hacen viable
satisfacer una necesidad, por lo tanto no se refieren solo al dinero, sino
también a los potenciales humanos, a las condiciones ambientales, a las
profesiones, etc.
La persona emprendedora tiene una sensibilidad particular
para detectar una necesidad establecida en la sociedad e intenta satisfacerla
mediante el ofrecimiento de un producto o un servicio optimizando, para la
puesta en marcha del mismo, los recursos disponibles en la cultura en la cual
se desarrolla. De esta forma, se alcanza la factibilidad.
La capacidad emprendedora se mide por el propósito esencial
del proyecto. Una persona emprendedora no teme asumir riesgos y cada error lo
capitaliza como el potencial para perfeccionar su producto o servicio. El error
no es una dificultad, al contrario, es la retroalimentación que activa el
trampolín para saltar los obstáculos, para insistir a pesar de no vislumbrar
resultados en el momento esperado.
Una persona emprendedora asume que los límites solo son
barreras autoimpuestas, ya que cada efecto que no se logra es puesto en marcha
nuevamente, con disposición a convertir sus debilidades en fortalezas. Por lo
tanto, se capacita para hacerlo, busca los recursos adecuados y fija las metas
a largo plazo.
El gen emprendedor es autodidacta, ya que accede a la
capacitación constante mediante realización de cursos, lectura de literatura
especializada en el tema en cuestión, etc. La persona emprendedora está siempre
en movimiento, no se queda esperado que la situación de genere. Un emprendedor
crea las causas de las oportunidades y busca los resultados en plazos de tiempo
razonables.
La oportunidad para emprenderte está en saber detectar las necesidades
del entorno y despertar tu potencial creativo para innovar ofreciendo solución
a la problemática.
El éxito depende de tu acción, de tu planificación y de tu constancia!.